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23.11.2016

Consejos médicos

Principales infecciones de la piel en los ancianos

La celulitis y la erisipela son las más habituales, y se desarrollan como resultado de la entrada de bacterias a través de brechas en la barrera de la piel. Esta problemática se traduce en alrededor de 200 casos por cada 100 mil personas en forma anual y a nivel nacional.

La erisipela se observa con mayor frecuencia en niños pequeños y adultos mayores, mientras que la celulitis se produce entre las personas de mediana edad y adultos mayores. En cuanto a los factores de riesgo, se destacan los siguientes:

  • La obstrucción linfática después de procedimientos quirúrgicos; estos procedimientos incluyen safenectomía -cirugía convencional de varices-, disección de los ganglios axilares en la cirugía de cáncer de mama, y la disección de los ganglios linfáticos de la pelvis por procesos malignos.
  • La interrupción de la barrera de la piel como resultado de trauma, inflamación y edema -fundamentalmente, por insuficiencia venosa-.
  • En las rupturas en la piel entre los dedos del pie se genera la principal entrada de patógenos; esas brechas pueden ser pequeñas y clínicamente inaparentes.
  • La gran mayoría de los casos de erisipela es causada por estreptococos beta hemolíticos; en tanto, los patógenos de las celulitis más comunes son Staphylococcus aureus al igual que los estreptococos beta hemolíticos -grupos A, B, C, G y F-.

    Manifestaciones clínicas

    Ambas afecciones se manifiestan como áreas de enrojecimiento de la piel, hinchazón y calor, pero se diferencian en que la erisipela compromete la dermis superior y los linfáticos superficiales mientras que la celulitis afecta a la dermis profunda y la grasa subcutánea.

    La erisipela tiene características anatómicas diferentes a las de la celulitis: las lesiones por erisipela se elevan por encima del nivel de la piel circundante y hay una clara línea de demarcación entre el tejido afectado y el sano. Estas personas tienden a experimentar un inicio agudo de los síntomas con manifestaciones sistémicas -como fiebre y escalofríos-. En cambio, los que presentan celulitis cuentan con un curso más indolente y con el desarrollo de síntomas localizados en pocos días; esta enfermedad se puede dar con o sin drenaje purulento.

    En ambos casos, los sitios más comunes en los que se suscitan son las extremidades inferiores, y generalmente se presentan en forma unilateral. Otras de las manifestaciones adicionales incluyen linfangitis e inflamación de los ganglios linfáticos regionales; la hinchazón que rodea los folículos pilosos puede conducir a la formación de hoyuelos en la piel, creando una apariencia que recuerda a la textura de piel de naranja.

    Diagnóstico y tratamiento

    En una infección leve, los cultivos de sangre, la aspiración con aguja fina y la biopsia de piel no son necesarios para lograr un diagnóstico. En caso de tratarse de celulitis refractaria, entonces será útil la realización de la biopsia con el fin de evaluar la presencia de patógenos inusuales o para efectuar un diagnóstico alternativo.

    El examen radiográfico puede ser una herramienta útil para excluir un absceso oculto y diferenciar la celulitis de la osteomielitis. La evaluación radiográfica puede estar justificada en personas con enfermedades subyacentes como diabetes, insuficiencia venosa o linfedema, y en las que presentan síntomas sistémicos persistentes.

    En cuanto al tratamiento, la principal medida es mantener la piel lo suficientemente hidratada para evitar la sequedad y el agrietamiento. Cuando se está ante un caso de celulitis, en varias oportunidades se presentan condiciones subyacentes que predisponen el desarrollo de la celulitis recidivante; en esas situaciones, el tratamiento se dirigirá tanto a la celulitis como a la condición predisponente. Si se presenta hinchazón, lo mejor será el uso de medias de compresión y los diuréticos. Por otra parte, la selección de antibióticos para el tratamiento de la celulitis dependerá de si la presentación clínica de la celulitis es purulenta o no. Una vez iniciada la terapia antimicrobiana, la mejoría sintomática se da entre las 24 y las 48 horas. La duración del tratamiento será individualizada y en función de la respuesta clínica. Por lo general, se extiende por cinco días en las personas con celulitis sin complicaciones y hasta 14 días al tratarse de una infección severa y/o ante la lenta respuesta a la terapia.

    SUAT te recuerda que es sumamente importante prestar atención a los posibles problemas de salud que pudiera presentar este grupo etario y te propone evacuar todas las dudas con un especialista con el fin de obtener asistencia personalizada.

    Dr. Oscar López

    Médico de SUAT

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