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14.09.2015

Consejos médicos

Epilepsia en el adulto mayor. Parte 2

En una oportunidad anterior, SUAT dio a conocer los conceptos fundamentales, las causas y el diagnóstico de esta enfermedad en el anciano. En cambio, en la actual entrega se hará mención sobre el tratamiento farmacológico.

Se aconseja recurrir a este tipo de tratamiento cuando las crisis epilépticas se encuentran vinculadas a traumatismos graves y hemorragias, así como también en los casos en que son focales con hallazgos neurológicos, en los estudios de neuroimagen con anomalías en el electroencefalograma y, especialmente, si se trata de una segunda crisis.

En los ancianos existe mayor riesgo de experimentar efectos secundarios o interacciones medicamentosas al considerar que tendrá que ser aplicado durante toda la vida. Por lo tanto, es esencial emplear el fármaco con las características ideales para cada caso concreto; la mayoría de los fármacos antiepilépticos son eficaces para las crisis y más aún si se utiliza la monoterapia -es decir, un único fármaco-. Aunque la incidencia de las crisis puede encontrarse incrementada entre los adultos mayores, el tipo de epilepsia probablemente sea menos progresivo y de mejor pronóstico.

Al momento de optar por un medicamento, hay que considerar los aspectos referidos al funcionamiento hepático y renal, y un posible aumento en la sensibilidad del sistema nervioso central -este hecho puede dar lugar a efectos adversos-. La medicación concomitante puede modificar la absorción, distribución y eliminación de fármacos antiepilépticos, aumentando el riesgo de toxicidad o falla terapéutica. Por tal motivo, se debe intentar que el tratamiento sea monoterapia, ajustándolo a las características particulares de cada individuo, además de seleccionar el antiepiléptico en función de la presencia de enfermedades y tratamientos asociados. En las situaciones en que se emplean varios fármacos respondiendo a otras enfermedades, será preferible utilizar medicamentos con bajo potencial de interacción y aplicar la menor dosis posible pero con aumentos lentos y valorando la tolerabilidad.

Fármacos

La fenitoína es quizás el antiepiléptico más usado. Sin embargo, hay que tener en cuenta que posee un estrecho margen terapéutico que facilita la posibilidad de generar efectos adversos particularmente riesgosos para el anciano -como la inestabilidad y las caídas-.

Por su parte, la lamotrigina ofrece ciertas ventajas porque presenta mínimas interacciones farmacológicas y produce poca sedación.

En el caso del levetiracetam, éste tiene un perfil aceptable y su eficacia aumenta a medida que pasa el tiempo; su principal beneficio radica en la rápida concentración y efecto antiepiléptico con dosis iniciales. En cuanto a sus efectos adversos -fundamentalmente de la esfera psiquiátrica-, si bien son frecuentes no suelen actuar como limitantes. En cambio, su elevado costo es el mayor obstáculo para su uso.

Reacciones adversas

Los efectos idiosincrásicos y los dependientes de dosis y farmacodinámicos son frecuentes; en el caso de los adultos mayores, los más conflictivos son los efectos cognitivos que, en parte, responden a la administración conjunta de otros fármacos que tienen acción sobre el encéfalo -las benzodiacepinas y los antidepresivos, por ejemplo-. Ante la alta prevalencia del uso de cuatro o más fármacos en forma concomitante -denominado polifarmacia-, resulta imprescindible el análisis minucioso de la potencialidad de efectos adversos y de las interacciones entre los medicamentos.

Consideraciones generales

  • El número de adultos mayores que desarrolla epilepsia y requiere tratamiento se ha incrementado notablemente en los últimos años.
  • Los ancianos con epilepsia de reciente diagnóstico presentan mayores posibilidades de permanecer libres de crisis en comparación con las poblaciones más jóvenes.
  • Por lo general, las crisis epilépticas en los adultos mayores no tienen pródromo -malestar que precede a una enfermedad- y la generalización tónico clónica secundaria es rara.
  • La respuesta al tratamiento es mejor en este grupo etario que en los jóvenes.
  • Una de las principales diferencias entre los antiepilépticos nuevos y los clásicos es el perfil de interacción con otros fármacos.
  • En los polimedicados, la falta de interacción farmacológica y de seguridad de una droga antiepiléptica puede ser el motivo fundamental de elección.
  • Cualquiera sea el fármaco antiepiléptico seleccionado, se debe monitorear la determinación de los niveles plasmáticos.
  • La fenitoína no se considera de elección en los ancianos frágiles o con múltiples enfermedades concomitantes.
  • La toxicidad de los anticonvulsivantes es difícil de reconocer y muchas veces se le atribuye a otros fármacos recetados.
  • Si bien no hay estudios que evalúen la relación costo-beneficio, los nuevos antiepilépticos son una opción válida para los que no toleran los fármacos clásicos o cuando estén contraindicados.
  • Recuerda que es fundamental consultar con un especialista para evacuar todas las dudas y seguir de cerca el estado de salud de los adultos mayores.

    Dr. Oscar López

    Médico de SUAT

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