El pomelo se encuentra compuesto principalmente por agua -es el 90%-, y esto se traduce en 32 calorías cada 100 gramos. Por otra parte, aporta carbohidratos, muy poca cantidad de proteínas, y un alto contenido de vitamina C, fibra, calcio, magnesio y potasio. Asimismo, se trata de una fuente de carotenoides -en especial, los pomelos de pulpa roja- que son los precursores de la vitamina A.
Aunque su contenido en macronutrientes es reducido, también aporta minerales y sustancias no nutritivas que están presentes en la mayoría de los alimentos de origen vegetal. El pomelo es rico en pectina, la cual se encuentra en la fibra que forma su pulpa y la capa de color blanco localizada debajo de la corteza y entre sus gajos; la pectina es una fibra soluble que suele estar en muchas frutas, como los cítricos y las manzanas, y tiene un efecto anticolesterol, además de mejorar el tránsito intestinal y el efecto anticancerígeno. En tanto, su aporte de flavonoides hace que el pomelo tenga propiedades antioxidantes, anticancerígenas, y fluidificante de la sangre.
La lista de beneficios incluye la prevención de arteriosclerosis, insuficiencia cardíaca e hipertensión, ácido úrico elevado -ya sea gota, cálculos o artritis úrica-; el consumo de pomelo da grandes resultados y es efectivo para las personas que no toleran muy bien el limón.
SUAT te invita a incluir este alimento en la dieta familiar, ya que evita posibles infecciones y estimula las funciones del sistema inmune; se recomienda su consumo habitual porque los cítricos previenen el cáncer, y esto se debe a su excelente combinación de vitamina C y pectina.
Lic. Magela Mallada
Nutricionista de SUAT