El sueño insuficiente se asocia a un aumento de la morbimortalidad, así como también a la depresión y la ansiedad, lo cual conlleva una disminución de la calidad de vida. Los trastornos repercuten en la deambulación y aumentan el riesgo de caída; además, las alteraciones crónicas del sueño pueden producir déficit de atención y trastornos mnésicos en el corto plazo y repercutir en el desempeño de las actividades diarias.
Conceptos y cambios en la estructura del sueño
Se entiende por insomnio a la dificultad para iniciar o mantener el sueño o la falta de un sueño reparador; esta alteración debe suceder, al menos, tres veces por semana durante un mes y tiene que determinar cansancio diurno. En tanto, se estima que un anciano necesita alrededor de siete horas de sueño al día; en este contexto, las quejas de este grupo etario en cuanto al sueño pueden responder a un trastorno primario -la apnea del sueño o los movimientos periódicos de piernas- o secundario a patologías médicas o psiquiátricas, o polifarmacia, entre otros factores.
En cuanto a los cambios en la estructura del sueño, los más frecuentes suelen ser los siguientes: mayor fragmentación, descenso del nivel de alerta diurno, alargamiento de la latencia de inicio del sueño, aumento del sueño lento superficial y disminución del sueño lento profundo. Asimismo, el tiempo total desciende al igual que el índice de eficiencia del sueño, se presenta un mayor número de veces en las que se despierta la persona afectada y una tendencia a realizar siestas durante el día; esto genera que el sueño nocturno sea menos reparador. Por otra parte, está comprobado que este tipo de alteraciones ocurren comúnmente en las mujeres.
Evaluación clínica
Es necesario realizar una historia clínica adecuada y detallada del sueño; para esto, deben extraerse datos sobre las horas totales de sueño, la dificultad para conciliar el sueño y mantenerlo, los despertares tempranos, el grado de actividad al día siguiente, la sensación de fatiga, el hábito de la siesta, y las actividades antes de acostarse y dormirse. Además, hay que evaluar la existencia de factores precipitantes y la duración del trastorno del sueño. Al contar con estos datos, en un elevado porcentaje de casos se establece el diagnóstico; sin embargo, en determinadas situaciones se tiene que recurrir a estudios específicos del sueño -como la video polisomnografía-.
Tipos de trastornos
En este punto, es fundamental mencionar los distintos tipos de trastornos del sueño que se pueden experimentar:
Tratamientos
Existen tratamientos que incluyen fármacos, pero también se pueden aplicar otras medidas en las que no es necesario incluir ningún tipo de medicación. En cuanto al tratamiento no farmacológico se incluyen las siguientes recomendaciones:
En referencia al tratamiento farmacológico, el objetivo primordial consiste en tratar el insomnio e impedir la aparición de efectos secundarios residuales diurnos. En este marco, los hipnóticos de elección son: zolpidem, eszopiclona, melatonina. También existen tratamientos específicos de acuerdo al tipo de insomnio; se deberá tener presente si se trata de la forma de presentación de una depresión y, en tal caso, se recurrirá al uso de antidepresivos. Por consiguiente, es de extrema relevancia chequear los fármacos que consume el adulto mayor y, sobre todo, si presenta polifarmacia -es decir, la ingesta de cuatro o más fármacos-.
SUAT te invita a que te mantengas siempre informado. En el caso de poseer dudas, visita a un especialista con el fin de evacuar todas tus consultas.
Dr. Óscar López
Médico de SUAT