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27.07.2012

Consejos médicos

Hepatitis en Pediatría: "A" y "B"

El término hepatitis designa a un grupo de enfermedades que se caracterizan por un común denominador: inflamación del hígado. Si bien esta enfermedad obedece a múltiples causas la más común en los niños es la infección -más aún la provocada por virus-. También puede darse por las siguientes causas: medicamentos, tóxicos, parásitos. En pocas palabras, en los niños la hepatitis se utiliza como sinónimo de infección viral hepática. La afectación del hígado puede darse directamente por un virus que ataca el hígado o por vía indirecta cuando el virus provoca ciertas enfermedades que repercuten en él . Un ejemplo de esta última eventualidad es la mononucleosis infecciosa, enfermedad bastante común en niños y que afecta secundariamente al hígado de manera benigna y autolimitada. Existen dos tipos de hepatitis provocadas por dos virus diferentes que revisten especial interés en Pediatría: la hepatitis "A" o epidémica y la hepatitis "B". Pueden ser indistinguibles en sus manifestaciones pero afectan a niños de variadas edades, por distintas vías de contagio y con un pronóstico muy diferente.

Hepatitis "A"

Ésta es producida por un virus -picornavirus- que se transmite de persona a persona por contacto directo y por eso se la ha llamado como "hepatitis epidémica". Se trata de una enfermedad leve, autolimitada y, en general, sin consecuencias. Desde hace varios años se administra una vacuna que previene esta enfermedad.

En los individuos no inmunizados que adquieren el virus, tras un período de incubación de alrededor de un mes , aparecen los siguientes síntomas: fiebre, malestar general, pérdida del apetito y dolores musculares. Suelen durar entre cinco días y una semana. La mayoría de las veces, el niño se recupera y el diagnóstico de hepatitis solamente es posible si se realizan exámenes de sangre. En algunos pequeños y sobre todo adolescentes puede aparecer ictericia -coloración amarilla de piel y mucosas-, orina color caoba -"coluria"- y materias fecales color masilla -"acolia"-; estos pueden durar semanas aunque terminan remitiendo y sin secuelas.

La contagiosidad se limita al período febril o preictérico. En muy pocas ocasiones, menos de uno cada mil casos, la enfermedad evoluciona en forma hiperaguda culminando en hepatitis fulminante, la cual posee elevada mortalidad.

El tratamiento es en base a reposo y bajar la fiebre. Desde hace mucho tiempo se sabe que el descanso absoluto prolongado y las dietas estrictas no se justifican. El propio niño ajustará la dieta y su actividad de acuerdo a cómo se encuentre. No se conocen casos de hepatitis A que evolucionen a la cronicidad. La evolución, medida por los exámenes de laboratorio, puede ser prolongada pero la recuperación total es la regla.

Hepatitis "B"

Esta enfermedad es provocada por un virus del grupo de los hepadnavirus. Se transmite, principalmente, mediante inyectables, transfusiones, contacto sexual o al feto en madres infectadas. En ese último punto radica el especial interés que se le presta a esta forma de hepatitis, además de la posibilidad de que evolucione a la cronicidad. Excepto la transmisión de madre a hijo, las otras formas son poco corrientes en Pediatría; es extraño que ocurra por transfusiones o inyectables desde que se utilizan materiales descartables y se testean todos los donantes para este virus y otros.

El período de incubación es prolongado y puede alcanzar hasta los seis meses. Por otra parte, los síntomas suelen ser muy parecidos a los anteriormente citados. Es más común la forma "ictérica" y puede ser prolongada.

Los bebés de madres enfermas o portadoras crónicas reciben el virus a través de la placenta; esto sucede en alrededor del 10% de los casos. El 80% se infecta en el momento del parto y/o por la leche materna. Del total de los niños que adquieren el virus, entre un 50 y 75% desarrollan una hepatitis de gravedad variable, generalmente intensa, con un alto porcentaje de pasaje a la cronicidad. Los niños más grandes suelen evolucionar favorablemente y en lapsos variables hasta que el hígado retorna a la normalidad. El pasaje a la cronicidad -recién nacidos y niños mayores- puede determinar una cirrosis con insuficiencia hepática y el único tratamiento es el trasplante hepático en ciertos casos seleccionados. El tratamiento es el mismo que para la hepatitis A, aunque los controles mediante exámenes de sangre son más estrictos.

Afortunadamente, para esta enfermedad también se han desarrollado vacunas que están incluidas en el Certificado Esquema de Vacunación. Como resultado de esta medida, la frecuencia ha disminuido en forma notoria.

Si tienes alguna inquietud no dudes en consultar con el pediatra. Tendrás la oportunidad de informarte en detalle sobre estas enfermedades y el médico podrá indicar exámenes adecuados para un correcto diagnóstico en caso de que tu hijo presente síntomas sugestivos de hepatitis. SUAT fomenta la consulta con el especialista.

Dr. R. Decuadro

Pediatra SUAT

Palabras clave: hepatitis, pediatría, síntomas
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