Etapas
La primera etapa, llamada de aislamiento, se da entre los 12 y 14 años. En el varón es la época de las barras, la mugre y el desorden; todo esto surge como reacción a los cambios que su cuerpo viene sufriendo. Hay un rechazo hacia las niñas que se constituye como la forma de superar la dependencia materna y, a su vez, la masturbación se presenta como la única manera de actividad sexual. Sin embargo, en el otro extremo están las niñas que no rechazan a los varones.
Entre los 14 y 15 años se da la segunda etapa que es la de incertidumbre. Se otorga mayor importancia a los pares -compañeros, amigos- y sus decisiones personales dependen muchas veces de las tendencias del grupo. En la interacción mediante chistes y conversaciones se despliega el erotismo. En el varón ocurren encuentros homosexuales que no marcan una futura opción sexual de esas características sino que son fruto de la timidez propia de la etapa que dificulta el acercamiento a personas del otro sexo. A partir de esta edad suceden los primeros enamoramientos.
En la tercera etapa, la que comprende a jóvenes de entre 15 y 17 años, hay una apertura a la heterosexualidad. Es la época de los grandes amores "para toda la vida" y "que sin la otra persona me muero" aunque a los tres días se cambia de amor; gran intensidad pero con corta duración. En pocas palabras, existe una gran idealización de la otra persona. Al mismo tiempo, se generan fantasías masturbatorias más intensas. Es en esta etapa en la que se define la orientación sexual -quién me atrae, si es un hombre, una mujer o ambos-.
La cuarta y última etapa, denominada de consolidación, comprende a chicos de entre 17 y 19 años. En este momento es en el que se consolida la identidad; se sabe quién es, qué quiere y hacia dónde va. Las relaciones afectivas son más estables mientras se logra la no idealización del ser amado y sin tantos duelos intolerables. Recién aquí se puede hablar de libertad y responsabilidad. La humildad de los padres y el reconocimiento de sus carencias son puntos importantes para lograr el reencuentro con sus hijos desde una óptica adulta.
Al momento de querer superar las crisis un gran problema es que ni los hijos ni los padres tienen parámetros fijos para relacionarse; el adolescente está en constante cambio y su conducta varía entre el comportamiento infantil y el adulto.
Logros que el joven debe alcanzar
Existen varias barreras que el adolescente necesita superar mientras vive cada etapa y se presentan algunos logros que debe alcanzar, como son los siguientes:
Muchas veces el adulto olvida que el adolescente es una persona en desarrollo que necesita construir su libertad pero, al mismo tiempo, precisa hacerlo mediante límites que lo ayuden a ubicarlo en el mundo. Es decir, ni un marco demasiado rígido ni la libertad total. En este último caso, el joven podrá considerar esa actitud como abandono y despreocupación por parte de los padres. Hay que ayudarlo en la búsqueda del equilibrio y la madurez. SUAT te recuerda que no existen "adolescentes" sino individuos únicos e irrepetibles.
Dr. Eduardo Caterino
Psiquiatra de SUAT