El mundo de la demencia
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) define a la demencia de la siguiente manera: Es una declinación cognitiva desde un nivel previo más alto de funcionamiento manifestada por deterioro de la memoria y las funciones cognitivas -éstas últimas son las que permiten reconocer y entender el mundo, establecer objetivos y planear una estrategia adecuada para llevarlos a cabo, interactuar con los objetos y comunicarse con los otros individuos de múltiples maneras además de mantener la información importante en la memoria-. Dentro de esas funciones cognitivas o de alta integración están: la orientación, atención, lenguaje, funciones visuoespaciales, funciones ejecutivas, control motor y praxias. Asimismo, los déficits deben ser lo suficientemente severos como para poder interferir con las actividades diarias excluyéndose a los trastornos de conciencia, síndrome confusional, psicosis y afasia severa. A grandes rasgos se la puede presentar como un síndrome adquirido, orgánico y progresivo que genera cambios en la personalidad además de ocasionar una perturbación de la memoria, de otras funciones cognitivas y conductuales e interfiere en la vida personal, familiar, laboral y social.
En el anciano, la función cognitiva varía desde cambios mínimos observados en el envejecimiento normal pasando por el deterioro cognitivo leve hasta llegar a la demencia. Los adultos mayores con un envejecimiento normal suelen ser más lentos en tareas cronometradas y tienen tiempos de reacción más retardados, recuerdan a menudo la última información mientras mantienen íntegro el aprendizaje a la vez que cualquier deficiencia de la memoria es sutil y estable durante años sin causar deterioro funcional. En relación al lenguaje y razonamiento verbal no sólo se conservan sino que incluso pueden mejorar. El vocabulario queda igual o se perfecciona con la edad mientras que la fluencia verbal -ésta depende de la velocidad, la atención y la producción motora- puede disminuir. Todas las modificaciones nombradas son de tardía presentación y con un curso continuo; las pequeñas pérdidas en algunas áreas se compensan con el progreso de otras.
El deterioro cognitivo leve escapa de los límites del envejecimiento normal pero no es tan grave como una demencia. Las formas de identificarlo son las siguientes: 1) Quejas sobre pérdida de memoria que esté corroborada por un informante válido -persona que es capaz de brindar información certera-; 2) Función cognoscitiva normal; 3) Sin alteraciones de las actividades de la vida diaria; 4) Afectación de la memoria comprobada en base a tests y 5) si no existe demencia. Hay que tener presente que en ciertos casos se muestra como la etapa temprana de la demencia mientras algunas culminan en enfermedad de Alzheimer a la vez que otras terminan en un tipo distinto de demencia.
Clasificación y diagnóstico
Hay varios criterios de clasificación. La que se empleará a continuación está basada en las causas:
Encefalopatías degenerativas primarias: son enfermedades degenerativas primarias del encéfalo. Ejemplo: Alzheimer.
Encefalopatías secundarias: Hay una causa sistémica que actúa como noxa para el cerebro. Ejemplo: encefalopatías vasculares.
El diagnóstico de demencia es clínico por lo que no se necesita de ningún examen paraclínico. Los síntomas pueden ser inespecíficos mientras la aparición toma el curso progresivo pasando por la etapa media hasta la final culminando en un estado clínico prácticamente vegetativo, indiferenciado, en el cual es imposible determinar cuál fue la encefalopatía responsable. En mayor o menor cantidad, todas se presentan con alteraciones de la memoria y el lenguaje. El diagnóstico certero es anatomo-patológico y los estudios que se solicitan estarán dirigidos a evaluar mejor los aspectos poco accesibles en la clínica, el estado estructural del cerebro y descartar eventuales causas sistémicas estructurales locales de deterioro.
Tratamiento
Hay que evitar iatrogenia, sobre todo, medicamentosa. Al mismo tiempo, se debe proteger al afectado y a sus familiares e implementar modificaciones ambientales. Es necesario educar a las personas más cercanas y estimular los factores protectores sin olvidar la realización del control de las patologías médicas.
Tratamiento no farmacológico:
Tratamiento farmacológico: Se basa en el uso de drogas con acción anticolinesterasica. Ante la ausencia de contraindicaciones médicas cabe recurrir al uso de donepecilo, rivastigmina y galantamina. Los medicamentos mejoran el rendimiento cognitivo, retardan la declinación cognitiva y previenen trastornos conductuales.
SUAT aconseja estar alerta ante los posibles signos de demencia en los adultos mayores para abordar a tiempo esta problemática. El envejecimiento normal no tiene que verse empañado por confusiones. Una vida digna es derecho fundamental de toda persona.
Dr. Oscar López
Médico de SUAT