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05.10.2018

Actualidad

Día del jubilado

Cada 7 de octubre se celebra este día tan especial. El envejecimiento de la población tiene una enorme importancia social que genera la atención en múltiples niveles: sociológico, sanitario, político, económico y de investigación científica.

Según se indica mediante la Plataforma de Información en Salud (PLISA) de la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS)- al año 2015, en Uruguay la esperanza de vida al nacer es de 77,3 años: en el caso de las mujeres consiste en 80,8 mientras que para los hombres es de 73,7. En el Censo de 2011, la proporción de personas de 65 años o más era de 14,1 %. Asimismo, se plantea que la estructura de la población era expansiva, lenta en 1990 y que se ha trasformado en una tendencia regresiva en 2015.

El envejecimiento de la población es el resultado de los éxitos sociales, sanitarios y económicos, al conseguir aumentar la expectativa de vida. Por lo tanto, un incremento en la expectativa de vida incluye años activos y años dependientes, siendo un objetivo de la medicina geriátrica prolongar la esperanza de vida activa; es decir, prevenir la dependencia. Las mujeres viven más que los hombres pero a expensas de mayor discapacidad. Entre los varones existe un menor reporte de discapacidad y limitación pero cuando ocurre se convierten en personas más frágiles y el riesgo de muerte es mayor.

Ocupación y jubilación

El trabajo hace referencia a la actividad productiva y supone una situación vital continua, una estructura ocupacional que hasta la ancianidad es una actividad primordial porque influye en la personalidad, proporciona relaciones estables, poder económico, amistades, hábitos y rutinas. Con la jubilación cesa el empleo pero no el trabajo ni la vida productiva.

A principios del siglo pasado la vida estaba integrada por los años escolares y los de trabajo mediante una esperanza de vida de 46,3 años. Las personas sólo pasaban un promedio de 1,2 años jubilados. Esto cambió en la década de 1990 -con una esperanza de vida de aproximadamente 70 años- en la cual un hombre promedio pasaba 14 años como retirado. De esta manera, la jubilación se convierte en un fenómeno importante dentro del ciclo vital que marca la entrada a una tercera fase de la vida, de ahí el término "tercera edad" para designar a los adultos mayores.

Para las políticas sociales, la jubilación es una ganancia y un privilegio, supone un merecido descanso, una retribución a la labor de toda una vida. Sin embargo, la realidad individual es distinta porque puede significar el final de lo que es su estatus y las relaciones sociales al perder todos los referentes vitales. Por lo tanto, lo que para algunos sería una recompensa para otros significaría la muerte social.

Algunos ancianos consideran a la jubilación como: pérdida de identidad al ya no poseer esos roles y funciones sociales brindadas por el empleo así como un creciente sentido de inutilidad. Esa etapa es tomada como un duelo que desestructura y segrega a los individuos colocándolos en una categoría social distinta; esto se alimenta con la ausencia de un modelo formal que permita la reinserción del sujeto. El problema real radica también en la pérdida de la capacidad adquisitiva que influye en las condiciones sociosanitarias.

Otro aspecto fundamental de la ocupación relacionada con el envejecimiento es el manejo del tiempo que, a priori, supone un impacto positivo al contar con un espacio de ocio placentero aunque en realidad los ancianos no están preparados para afrontarlo porque no saben cómo manejar el ocio. Se modifican los ritmos vitales y repercute en las relaciones familiares y de pareja; esos cambios van desde la alteración de hábitos y rutinas -qué hacer, cuándo, cómo y con quién- hasta el rediseño del trabajo familiar y la participación en las actividades cotidianas.

Es esencial planificar la jubilación, esto supone proponerse nuevos desafíos teniendo en cuenta que una vejez saludable implica: realizar ejercicio adaptado a las condiciones de cada adulto mayor, sociabilizar, aplicar una dieta adecuada y mantener controladas las enfermedades que se padecen.

Además, fomentar el envejecimiento activo y participativo debe ser siempre uno de los objetivos de las sociedades desarrolladas.

Dr. Oscar López
Médico de SUAT

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