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08.10.2010


Salud general

Alergias en la infancia

Se denomina alergia a una reacción del cuerpo -o parte de éste- ante el contacto con un elemento extraño -ya sea alimento, polen, polvo, medicamento, entre otros-. Obedece a la activación del sistema inmunitario frente a esas sustancias o elementos "extraños" al organismo; de ahora en adelante a estos últimos se les llamará alérgenos.

Cuando el sistema inmunitario actúa ante la presencia de virus o bacterias se producen anticuerpos que ayudan a eliminar los gérmenes; ya sea evitando enfermedades como determinando su curación. Ciertas personas -en el caso de los niños es entre el 10 y 15%- reaccionan de manera exagerada cuanto tienen contacto con alérgenos: se producen grandes cantidades de anticuerpos y de los llamados mediadores de inflamación -una reacción defensiva habitual que en los alérgicos es excesiva-. Esto determina la aparición de los síntomas de alergia que varían según el órgano afectado. Algunas veces, afortunadamente son pocas, la reacción alérgica es muy extensa e intensa y puede poner en riesgo la vida; a esto se le llama reacción anafiláctica.

La piel, el sistema digestivo y el respiratorio se ven afectados con mayor frecuencia cuando esas sustancias extrañas están presentes. A nivel del aparato digestivo los síntomas más comunes son: vómitos, diarrea, dolor abdominal cólico, flatulencia, erupciones y síntomas respiratorios -los dos últimos son manifestaciones a distancia-. A nivel respiratorio: rinitis -estornudos, picazón, obstrucción nasal y rinorrea acuosa-, bronquitis y broncoespasmo -tos, chillidos y falta de aire-, sinusitis y picazón de garganta. En la piel: distintos tipos de erupciones, tanto localizadas como generalizadas; en casos severos pueden aparecer síntomas respiratorios. En los ojos: conjuntivitis alérgica -enrojecimiento, picazón, lagrimeo-.

Las causas exactas de la alergia se desconocen pero está comprobado que intervienen: los factores familiares -por herencia-, la exposición precoz a alérgenos y la contaminación ambiental. Estas enfermedades suelen empezar a manifestarse en la infancia. Tanto su aparición como la intensidad se modifican con el crecimiento pero persisten, potencialmente, toda la vida. Es usual presenciar que cambie el órgano que tiene por objetivo; primero la piel, luego las vías respiratorias o viceversa. La alergia alimentaria es la más frecuente en lactantes y niños pequeños, además constituye un factor predictivo para el desarrollo de alergia a inhalantes en edades más avanzadas. Las proteínas de la leche de vaca constituyen un grupo de alérgenos que pueden llegar a determinar síntomas en los lactantes. A medida que se introducen nuevos alimentos pueden manifestarse síntomas ante ciertos alérgenos: pescado, marisco, tomate, frutilla, la lista puede ser muy larga.

A medida que el niño crece los alérgenos inhalados aumentan en importancia: polen, polvo, ácaros, pelos de animales, plumas, hongos y mohos. Los medicamentos también desencadenan reacciones alérgicas, tanto por su componente principal como por los colorantes y saborizantes que usan para hacerlos más apetecibles.

Para el diagnóstico es importante que el pediatra mantenga un alto nivel de sospecha y que le dé importancia a las observaciones de los padres. Un motivo de consulta frecuente es la reacción cutánea que experimentan muchos niños pequeños ante las picaduras, sobre todo de mosquitos: marcada hinchazón y enrojecimiento que al ocurrir en zonas de tejidos laxos -como párpados y dorso de manos y pies- puede alcanzar proporciones alarmantes. Estas reacciones de hipersensibilidad son una forma de alergia y no tienen mayor importancia, salvo la incomodidad que provocan. Distinto es el caso de las picaduras de abejas o avispas en niños que son alérgicos a éstas; hay que actuar con tiempo porque se puede llegar a poner en riesgo la vida -anafilaxia-. Las personas con este tipo de alergias siempre deben llevar encima un kit de emergencia con adrenalina inyectable por vía subcutánea y más aún cuando disfrutan de las vacaciones en el campo, playa o campamentos.

Éste comprende distintos pasos:

  • Evitar el alérgeno si se ha identificado: es el paso más importante y difícil por la variedad que existe.
  • Medicación preventiva: en casos en que no sea suficiente el paso anterior se pueden usar medicamentos que ayuden a prevenir las reacciones alérgicas; deben tomarse por lapsos prolongados y, sobre todo, cuando es un desencadenante estacional.
  • Cuando la alergia ya está instalada se recurre a los llamados antihistamínicos: evitan la acción de la histamina que es una sustancia producida por las células encargadas de las defensas y su exceso determina los síntomas y signos de la reacción alérgica. El tipo y dosis deberá ser indicado por el pediatra.
  • En casos más graves, como la reacción anafiláctica y las alergias severas que se cronifican, pueden requerirse de otros medicamentos: la adrenalina para la anafilaxia y corticoides.
  • SUAT da a conocer los datos más relevantes en relación a las alergias y promueve la consulta con el pediatra cuando se trata de una afección que tiene por protagonista al niño. En casos puntuales se podrá requerir de una interconsulta con otros especialistas como gastroenterólogo, neumólogo y dermatólogo. Sin embargo, la primera medida es estar alerta ante los síntomas y concurrir al médico en la mayor brevedad posible.

    Dr. Rafael Decuadro

    Pediatra de SUAT

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