Se calcula por estudios poblacionales que un niño "tipo" de menos de 6 años ve promedialmente 2 horas diarias de TV. Entre los 8 y los 14 años este promedio trepa a 4 horas diarias. No es descabellado plantearnos que si restamos a las 24 horas del día las horas de sueño, de concurrencia a la Escuela (o Liceo), de realización de tareas y las horas que los adultos trabajamos (habitualmente fuera de casa), los niños pasan más tiempo con la TV que con sus padres.
Los investigadores tienden a considerar que el factor crítico no es cuánto tiempo se ve televisión, sino que se ve.
Se reconoce actualmente que las distintas formas de violencia a que se exponen los niños en muchos programas de TV tienen un efecto negativo en varios aspectos, que analizaremos. No nos referimos solamente a la violencia aparentemente "real" (los efectos especiales hacen cada vez más creíbles las escenas). Se sabe ahora que la exposición a violencia interpersonal aún en "dibujitos", sin sangre o "heridas" ostensibles puede tener el mismo efecto.
La exposición a situaciones y tramas violentas durante horas, reiterada día tras día puede determinar:
En otros aspectos también importa cuánto tiempo pasan los niños frente a la TV.
Se ha estudiado mucho la relación entre tiempo pasado frente a la TV y la obesidad infantil y en la adolescencia. La conclusión es clara: hay una relación directa, de causa a efecto entre ambos factores.
Las causas son básicamente dos:
Los 2 factores analizados contribuyen a cerrar un círculo con efectos devastadores a largo plazo.
Qué podemos hacer los padres?
Los adultos deberíamos realizar una selección de programas de acuerdo a la edad y limitar la cantidad de tiempo que nuestros hijos pasan frente a la TV.
Como en otras situaciones: predicar con el ejemplo antes que nada. Sean un buen ejemplo para sus hijos; no vean TV por horas. Involúcrense en otras actividades compartidas: leer, dibujar, pintar, ejercicios, juegos de mesa, etc.
a) seleccionen que programas pueden ver sus hijos. No enciendan el televisor al azar. Para hacerlo más llevadero: ofrezcan 2 ó 3 alternativas "potables", acordes a la edad y permítanles elegir entre ellas. Traten de enseñar a sus hijos a valorar y disfrutar de los programas educativos (que los hay).
b) Limiten el tiempo frente a la TV: no más de 1 ó 2 horas al día para niños de más de 2 ó 3 años. La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños menores de 2 años no deberían ver TV en absoluto.
No usar la TV como premio por buen comportamiento. El tiempo debería reducirse a una hora diaria o menos si el rendimiento escolar no es el adecuado (tampoco asumir que la TV es el único factor en un fallo escolar).
No ver TV a la hora de comer.
c) En la medida de lo posible vean TV con sus hijos. Comenten lo que ven. Emitan juicios de valor sobre lo que vieron. Introduzcan información para ayudar a distinguir entre realidad y ficción.
d) No vacilen en apagar la TV si el programa que se ofrece tiene contenidos inadecuados. No asuman que todos los dibujitos son buenos o inofensivos; muchos contienen altas dosis de violencia explícita o implícita.
Estos son solamente algunas reflexiones sobre un tema de actualidad y en constante expansión. No intentamos agotar el mismo, sino aportar algunos puntos a considerar. Los Pediatras de SUAT estamos a las órdenes para aclarar cualquier duda en relación a este tema.
Dr. R. Decuadro
Pediatra SUAT