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10.10.2012

Actualidad

Día mundial de la salud mental

El 10 de octubre se conmemora el día mundial de la salud mental. Informate aquí sobre este tema tan importante.

Por tal motivo, SUAT te acerca información sobre esta temática que implica tanto a jóvenes como a mayores.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la salud mental como "un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades". Por lo tanto, desde la óptica adoptada por este organismo la temática va de la mano de la promoción del bienestar, la prevención de trastornos mentales, el tratamiento y la rehabilitación. Se trata de la ausencia de trastornos mentales y del bienestar del individuo, el cual es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad.

Los trastornos mentales están presentes en los diferentes países y sociedades; cerca de 450 millones de personas, a nivel mundial, se ven afectadas por estos desequilibrios psíquicos. Y está previsto que esa cifra vaya aumentando con el paso del tiempo. Más allá de un tema de salud también implica grandes costos sociales y económicos, principalmente para los sistemas educativos, judiciales y asistenciales. Actualmente, se presenta como una de las principales causas de la baja laboral como también de la pensión de discapacidad y la jubilación anticipada. Pero no hay que perder las esperanzas porque las intervenciones que tienen que ver con la prevención y promoción en salud mental son eficaces. La prevención está enfocada en la reducción de factores de riesgo mientras que la promoción lo hace a través de los factores de protección relacionados con un trastorno mental o de conducta. Las técnicas cognitivas son las más eficaces a la hora de mejorar la salud mental y los programas que incluyen múltiples métodos de intervención obtienen un resultado doblemente gratificante en comparación con los que sólo emplean uno o dos técnicas. La duración de las intervenciones debe adaptarse según la edad del participante; los más pequeños necesitarán más tiempo y mayor número de sesiones mientras que las personas de tercera edad precisarán programas más cortos.

Cabe tener presente que las técnicas de modificación de conducta son las que arrojan mejores resultados cuando se trata de adolescentes aunque son las menos indicadas para los ancianos. En cambio, las técnicas abocadas a la mejora de las competencias y habilidades personales son igualmente beneficiosas tanto para niños y como para mayores. No hay que dejar de lado que los propios estudios sugieren que los diseños experimentales, los procesos de implementación de mejor calidad y la base teórica de las intervenciones preventivas son elementos decisivos para establecer la eficacia de un programa.

Independientemente del país que se trate, por lo general, los fondos destinados para la promoción de la salud mental suelen ser escasos. Las medidas deben ser multisectoriales porque necesitan de la ayuda de los distintos ámbitos del gobierno y de las organizaciones no gubernamentales. Asimismo, es imprescindible promover el bienestar mental durante todo el ciclo vital; de esta manera se obtiene buena salud psíquica desde la infancia, pasando por la adolescencia, juventud, adultez y alcanzando a la vejez.

La depresión y la ansiedad en los ancianos

Son los dos principales trastornos mentales que afectan en gran medida a las personas de tercera edad. La depresión constituye un problema de salud con gran impacto a nivel familiar, social y asistencial. Aunque es un trastorno común no forma parte del envejecimiento normal y repercute en la autonomía, descompensa enfermedades crónicas, favorece la aparición o el incremento del deterioro cognitivo, sobrecarga el trabajo de los cuidadores, aumenta la utilización de los servicios asistenciales e incrementa la mortalidad tanto suicida como no suicida. Diversos estudios indican que en los pacientes ancianos son más frecuentes los síntomas depresivos que la depresión en sí.

Existen factores "predisponentes" que incluyen:

  • La personalidad previa.
  • Factores de predisposición biológica como la alimentación.
  • Estado global de salud.
  • Medio socio-familiar adverso.
  • Antecedentes familiares de desorden afectivo.
  • Cabe tener en cuenta también los factores contribuyentes, como los siguientes:

  • Violencia física o psicológica ejercida sobre el anciano.
  • Desprotección social y económica.
  • Ausencia de oportunidades laborales y recreativas.
  • Problemas inherentes a la jubilación.
  • Déficits cognitivos.
  • Limitaciones funcionales.
  • No hay que olvidarse de los factores precipitantes, tales como:

  • Abandono y aislamiento.
  • Sentimientos de desesperanza e impotencia personal.
  • Estado de minusvalía.
  • Duelo por muerte de familiares y amigos.
  • Efectos adversos de medicamentos.
  • Accidentes vasculares.
  • Enfermedad cardiovascular.
  • La incidencia de la depresión en el adulto mayor varía entre el 12 y el 14% y la cifra aumenta según la ubicación en la que se encuentra esa persona -comunidad, internación, institucionalización, entre otros-.

    El impacto de los trastornos depresivos se ve reflejado en: el aumento de los costos asistenciales, el incremento de la utilización de los servicios asistenciales por diferentes patologías, los conflictos familiares, la tendencia a la cronicidad de las enfermedades orgánicas, la polifarmacia, los trastornos de conducta, el uso de psicotrópicos y el aumento de las conductas suicidas.

    Por su parte, la ansiedad tiene un papel adaptativo que le permite al individuo buscar y utilizar sus recursos psicológicos y generar respuestas en el proceso de adaptación a diferentes situaciones. Sin embargo, más allá de este rol puede convertirse en un factor nocivo no adaptativo y esto sucede cuando su magnitud y frecuencia interfiere en el funcionamiento cotidiano de la vida. Se caracteriza, ya sea adaptativa o patológica, por un conjunto de manifestaciones que van desde lo fisiológico pasando por repercusiones cognitivas hasta llegar a las alteraciones en el comportamiento. La ansiedad como alteración es causa de discapacidad, de sufrimiento para el paciente y quienes lo rodean y conlleva elevados costos socio-sanitarios. Por otro lado, ésta repercute en el funcionamiento social y cognitivo, empeora enfermedades previas, aumenta la carga del cuidador; todo esto impacta negativamente en la calidad de vida. Un dato sumamente relevante es que estos trastornos suelen aparecer en los adultos de mediana edad aunque también puede debutar en la vejez. La prevalencia para cualquier tipo de trastorno de ansiedad oscila entre el 5 y 10%. Tiende a presentarse en mujeres solteras, pertenecientes a minorías étnicas y con nivel socio-económico bajo. Luego, en orden de frecuencia, le siguen los trastornos fóbicos, el trastorno del pánico y el trastorno obsesivo-compulsivo.

    La ansiedad se asocia con la depresión sobre todo en las etapas iniciales de la demencia y acompaña a los cuadros de confusión agudos de tipo hiperactivo. Este trastorno es muy común entre los pacientes institucionalizados. El hallazgo de un elevado número de personas mayores que consumen de manera crónica benzodiacepinas dejan vislumbrar la presencia de un trastorno de ansiedad no diagnosticado en forma oportuna, tratado inadecuadamente o sin el seguimiento oportuno.

    SUAT te proporciona la información básica para mantenerte alerta y saber si te encuentras ante una situación en la que tanto tú como algún ser querido se pueda ver afectado por estos trastornos psíquicos. Si es así, no dudes en consultar con un especialista en la mayor brevedad posible.

    Dr. Oscar López

    Médico de SUAT

    Palabras clave: dia mundial, salud mental, mental
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